viernes, 9 de abril de 2010

Que voz tan dulce...

Y si te puedes colar, ni te lo vas a pensar.

Si te da por mirarme, prometo no suspirar, prometo no rebajarme más.

Tu mundo, sin mundo... son todos igual.

Y te irás con tus amigos en vez de venir conmigo.

Paso de ti, pasas de mi...

Cierra bien la puerta... haz que no me arrepienta.

Así estuvimos sin parar de conversar [...] llegando a comentar que eras capaz de compartir tu vida conmigo.

Eh! Han vuelto los espacios! Has vuelto a cambiar de tiempo!

A saber en qué tiempo estarás ahora…

Es 4 de abril de 1984, el Gran Hermano de vigila.

Al final, el sol sale para todos.

No querrás convertirla en una galleta rancia. Ella no es así, tú sabes que ella no es así y te alegra saber que nunca lo será.

Todo el mundo debería apuntarse a un taller de memoria.

No sabes la felicidad que irradia y que atrae a más felicidad…

Uno es yo cuando hace un año se sentía diferente a como es ahora? Acaso ahora ese “yo”, que se siente más realizado cada día no es tu yo? O es que nunca eres “yo”?

El “yo” propio depende de la parte de ese mismo “yo” que alguien tiene dentro de sí. Es un acuerdo tácito: “Yo te doy tu ‘yo’. Tú me das mi ‘yo’”. Y a partir de ahí, surge el amor.

El amor no es otra cosa que tener siempre a un compañero de conversación.

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